
Con deseos de ofrecer un servicio diferente, que se mezclara con la ciudad y sorprendiera con cada detalle, decidimos adoptar la Ermita del Cristo de la Vera Cruz como nuestra sede gastronómica y compañera de aventuras.
Fue construida en el siglo XVII, con planta de cruz latina, bóveda de medio cañón, cúpulas en la cabecera y ábside, y coro a los pies de la nave. De ella destacan las fachadas de granito de los pies y lateral con grandes pilastras adosadas y frontones triangulares.
Hoy en día luce restaurada, con un gran retablo dorado presidiendo las mesas, el púlpito original, el coro para contrataciones eventuales y un confesionario para degustar nuestros platos sin ningún tipo de remordimientos.
Un sitio único en una ciudad única.